Zeus, el dios supremo | (mitología griega)

 ZEUS, EL DIOS SUPREMO

Zeus, el dios supremo de la mitología griega

Para entender su historia, se debe tener en cuenta que Zeus fue el dios más importante de toda la mitología griega. Era un ser amado y venerado por todos los mortales, quienes lo veían como el más grande, fuerte y poderoso de todos los dioses. 

La leyenda de su nacimiento nos cuenta que Cronos, el terrible padre de Zeus, había sido advertido por el Cielo y la Tierra de que uno de sus propios hijos lo destruiría y ocuparía su lugar. El temor se apoderó de él y, para evitar que esa profecía se cumpliera, en cuanto nacía un vástago suyo procedía a devorarlo inmediatamente, sin misericordia alguna.

Una y otra vez el desalmado padre repitió este procedimiento, tragando a todos sus hijos hasta que, después de cinco criaturas perdidas, su esposa Rea decidió salvar al que estaba próximo a nacer. La mañana siguiente al nacimiento de Zeus, su madre siguió el consejo de Uranus y Gea y en vez de entregarle el recién nacido a su feroz marido, le dio una enorme piedra que envolvió en pañales, misma que Cronos se apresuró a devorar, sin sospechar el engaño de que había sido víctima. 

De esta manera, Rea logró su objetivo y consiguió salvar a su hijo Zeus, quien gracias a la oportuna intervención de su madre, fue creciendo bajo la educación de Gea y bajo los cuidados de las ninfas del monte, en especial de la ninfa Adrastea, quien se convirtió en su nodriza y tuvo a su cargo los primeros años de vida del futuro dios.

Gustosos, todos los habitantes del monte contribuyeron al desarrollo y bienestar de aquel pequeño; las cabras le daban deliciosa leche, las abejas le ofrecían su mejor y más dulce miel y los Kouretes bailaban en su honor la tradicional danza pírrica, evitando con su alegre ruido que el salvaje Cronos escuchara a su hijo, el niño-dios, para que no lo descubriera y lo matara. 

Zeus  fue completando su formación y cuando ya había crecido lo suficiente, decidió destronar a su padre. Para lograr su cometido, Metis, quien encarnaba a la prudencia, le ayudó proporcionándole una pócima para que Cronos la tomara. Su padre la bebió sin darse cuenta y entonces comenzó a vomitar a todos los hijos que había devorado con anterioridad.

El hijo rebelde comenzó de esta forma una terrible y violenta lucha que duró por diez años, contando con la valiosa colaboración de sus hermanos y el apoyo de los Hecatonquiros y los Cíclopes. Juntos combatieron ferozmente contra su padre y contra los Titanes, que peleaban de su lado.

Para ayudar a los tres hermanos a conseguir la victoria en el gran combate, los Cíclopes le otorgaron a Zeus la poderosa fuerza del rayo; a su hermano Hades le dieron un casco que hacía completamente invisible a quien lo llevaba puesto, y a su hermano Poseidón le proporcionaron un tridente capaz de trastornar el mar y la tierra con un sólo golpe. 

Más adelante, tras vencer a los Titanes, los hijos de Cronos tuvieron que enfrentarse también a los temibles Gigantes, seres invencibles y espantosos, pero que a pesar de tener origen divino no contaban con el don de la inmortalidad. Después de vencerlos tras una dura pelea, tuvieron que enfrentarse por último al más poderoso de sus enemigos, Tifón. 

Este ser gigante y monstruoso era mucho más grande que una montaña, sus dimensiones eran tales que, al levantarse, su cabeza chocaba con las estrellas del cielo, y al estirar sus brazos, una de sus manos alcanzaba el Oriente y la ora el Occidente; además, poseía cien dedos que terminaban en cabeza de dragón, y todo su cuerpo se encontraba rodeado por miles de víboras venenosas. Esta bestia tenía unas enormes alas y sus ojos eran tan brillantes que despedían ardientes llamas de fuego. 

A pesar de la fuerza y el tamaño de sus enemigos, el valiente Zeus pudo terminar con todos ellos y al concluir la histórica batalla, el universo se repartió entre los vencedores. A Poseidón le tocó el mando sobre los mares y todas las criaturas que en él habitaban; Hades obtuvo el mundo subterráneo, el reino de las tinieblas y de los muertos. Zeus fue el más favorecido en este reparto, pues se le concedió el dominio absoluto sobre el cielo y la tierra, el control de todos los seres mortales y divinos. A partir de ese momento, él fue el dios supremo, quien decidió el destino de todos los habitantes del universo, y su voluntad era la única que todos obedecían y a la cual se sometían. 

Así empezó el dominio de Zeus sobre el mundo y con él sus incontables relaciones amorosas, pues era un dios tan ardiente que se enamoraba por igual de seres divinos y de simples mortales.

Su primera unión amorosa fue con Metis, y hay quien asegura que aquella relación dio como fruto a la valerosa Atenea. Después el amoroso dios se unió a Temis, madre de las estaciones y personificación de la ley, con quien tuvo más hijos: Eunomía (el orden), Dicea (la justicia), Eirene (la paz) y las Moiras (encargadas de distribuir entre los hombres los bienes y los males). 

Tiempo después, Zeus llevó sus amoríos hasta Mnemosina, personificación de la memoria; durante nueve noches seguidas se envolvieron en una apasionada relación, a consecuencia de la cual procrearon a las nueve musas. 

Las tres Gracias (la alegría, la belleza y el ardor) fueron el resultado de su pasión hacia Eurinome. Posteriormente, de su ardietne relación con Leto nacieron Apolo (los rayos del sol) y Artemisa (los rayos de la luna). 

Pero el fogoso ser también sostuvo amoríos con su propia hermana, Deméter, y el sentimiento que ambos compartían dio a luz a Perséfone. Más adelante se enredó en una candente relación con Dione (hija de Uranus y Gea) y con ella procreó a la hermosa diosa del amor, Afrodita.

Entre todas sus mujeres, tenía por esposa legítima a otra hermana suya, Hera, quien a causa de las constantes infidelidades de su esposo, se volvió celosa y vengativa. Con ella tuvo tres hijos: Ares (el dios de la guerra), Hebe (la juventud) y Eleuto (genio femenino que estaba presente en todos los partos). Gracias a la debilidad de Zeus por las hermosas divinidades, muchos dioses fueron engendrados por él. 

Pero éste no se sentía satisfecho de todas sus aventuras con hermosas diosas, por lo que también llevó su pasión hasta numerosas mortales. Estos amores provocaban la ira de la terrible y celosa Hera, pues su infiel marido se aprovechaba de su condición divina para seducir a las mujeres, convertido en los más diversos animales, fenómenos meteorológicos u objetos. 

A pesar de la furia de su esposa, a Zeus todo se le permitía, pues él era el jefe supremo, el rey absoluto del cielo y de la tierra. Además, gracias a su amor por las mortales, de sus apasionadas uniones con ellas se dio origen a la raza de los héroes. 

Esta es la leyenda del gran Zeus, personaje que simbolizaba la máxima autoridad, el principio del orden y de la armonía, pero que dentro de su enorme poder, podía ser capaz de realizar actos de bondad y llegar a sentir piedad por los hombres y sus locuras.

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